Cada pieza, un viaje. Un ticket a la infancia. Un sabor y textura conocida que, además de ser delicadamente sabrosa, te trae de vuelta algún recuerdo de regalo. Eso es lo que provoca cada creación de Confites San Estanislao, los que se producen en Santiago de Chile apelando a la receta original heredada de manos de las monjas españolas, francesas y portuguesas en la época de la colonia, quienes trajeron las tradiciones reposteras de sus conventos de origen a los del Nuevo Mundo.
Si bien estás técnicas se remontarían al siglo XVI, existen antecedentes del 1905 a manos de Laura Murillo, quien los elaboraba en la antigua y desaparecida Dulcería San Estanislao, ubicada en Almirante la Torre Nº 50. Cuando ella muere, en 1955, el negocio cierra, pero a los meses reabre gracias a una de sus sobrinas, Eugenia Elena Lorca, más conocida como Nena. Luego esta tradición se traspasó a su hijo Patricio Andrade Lorca y a su esposa Alexandra González, famosos por su fábrica en calle Echeñique. Después de un tiempo también cesa la producción hasta hace poco cuando se hace cargo una de sus nueras, Claudia Gacitúa, quien revive en esta cuarta generación el taller en Providencia.
Huevo mol [postre tradicional chileno hecho a base de yemas de huevo batidas que se cocinan lentamente con un almíbar espeso de azúcar], pasta de almendras, merengues y dulce de leche, son algunos de los ingredientes con los que se elaboran estas delicadas recetas, hechas en base a azúcar, a la antigua, por lo que el proceso de elaboración es muy largo, en ollas enlozadas, lo que permite que se conserven por más tiempo.
Los más clásicos son los San Estanislao, unos cuadrados de manjar artesanal y pasta de almendras tostadas cubiertos de un glaseado y mostacillas de colores. A esto se suman Pastas, que vienen en forma de peras, limas o manzanas, que evocan un mazapán, pero no lo son, aunque están elaboradas con pasta de almendras tostadas. También Yema, que son pequeñas esferas de pasta de yema, bañadas en un cristalino y caramelo; Piña, montañitas de huevo mol tradicional con una base de bizcocho y Cocada, puntitas de coco de leve tono rosado.
Además, tienen una torta elaborada de huevo mol y manjar que está cubierta con una pasta de almendras, siendo otra evocadora receta que es parte del patrimonio chileno, por lo que es un dulce viaje a la infancia. ☆ LO.
IMG + TXT ©️ / Catado en abril 2025