Piedra Sagrada es un vino que nace en un terruño único y que es fruto de una historia, sin querer heredada. Es un puente entre Chile y Francia, pues reúne a una familia con su tierra de origen. Todo comenzó con Arturo Pérez Rojas, ingeniero agrónomo y enólogo que se desempeñaba como director de la División de Alcoholes y Viñas del Ministerio de Agricultura en el gobierno de Salvador Allende, y que era apasionado de la vid. De hecho, sacó un boletín informativo de su institución que fue elogiado por el reconocido poeta Pablo Neruda ¿Su sueño? hacer su propio vino.
En los ‘70 debió irse con toda su familia exiliado a Francia, país donde sumó estudios de economía y se desempeñó como docente, tanto en España como en Argelia. Sin embargo, nunca dejó de estar en contacto con el mundo vitivinícola. En el ‘98, una vez jubilado, volvió a Chile. Con el fin de cumplir su deseo, en el 2000 compró 3,8 hectáreas en Pirque y en el 2002 plantó una selección masal pie franco, lo que facilita la expresión del terroir, ya que su anhelo era hacer un vino que fuera un reflejo del lugar y tuviera la menor intervención posible. Comenzó con el cuartel norte y sur, donde cultivó Cabernet Sauvignon, variedad típica de este sector del Maipo, que, incluso, ha llegado a tener fama mundial por su calidad. La idea era que cada parra fuera diferente. A los tres años, en 2005, empezó a trabajar el cuartel oeste con esta misma cepa.
Cuando salieron los primeros granos, estos eran tan pequeños que se confundían con arándanos. En esos años, se dedicaba a vender la uva, pues no tenía cómo hacer vino y no quería elaborarlo en una bodega que no fuese propia. En el 2013 Arturo falleció en Francia de un problema pulmonar.
A los dos días, unos amigos llamaron a la familia para saber si el terreno estaba en venta porque querían comprarlo. Ese pequeño pedazo de tierra al otro lado del mundo volvió a la mente de sus cuatro hijos y de su esposa, en un minuto que estaba olvidado. En ese momento se prendieron las alarmas. Ninguno sabía mayormente de vinos, aunque sí poseían un buen paladar. Sin más y de forma unánime decidieron terminar el sueño de su papá. El predio no estaba a la venta.
Fue así como Marco, quien había venido sólo en la adolescencia a Chile, retornó a su otra patria. Justo en época de vendimia. Y allí comenzó la aventura. Y el aprendizaje.
Mandaron unas muestras de vinificación a Francia y un especialista en análisis sensorial de grandes vinos finos y en clasificación de terroirs vinícolas, Éric Verdier, les reveló lo que de seguro su padre sabía, pero ellos no imaginaban: tenían un terruño excepcional, que, según confiesa Marco, nunca antes visto para este experto.
No sabemos dónde compró mi papá estas uvas, se cree que son de las primeras cepas que ya casi no existen en Francia; que las puede haber sacado de Santa Rita”.
El 2014 hacen en secreto el primer vino, ocupando la bodega Santa Mónica. Desde ese momento Marco, quien se desempeña como músico en Francia, viaja dos veces al año, una de ellas para la vendimia. Así estuvieron hasta el 2018, cuando decidieron dejar de hacer vino solo para ellos. Eso implicaba también ponerle un nombre, el que llegó de forma inesperada.
Antes de volver a Francia Arturo comenzó a construir la bodega, la que está aún pendiente, pero podría estar lista en dos años. Sus hijos estaban retomando ese proyecto cuando encontraron una pequeña piedra que molestaba. Después se descubrió que era muy grande y pesada, a tal punto que no se ha podido mover. Además, cuenta con perforaciones realizadas por culturas ancestrales. Ahí fue cuando el vino que hasta el 2021 no tenía nombre lo encontró: Piedra Sagrada.
Ese mismo año lo muestran: Jancis Robinson le adjudicó 18 puntos, fue denominado Vino Revelación por Descorchados, y Héctor Vergara, Master Sommelier de Sudamérica hasta la fecha, desde 1982, lo elogió.
Habíamos mostrado el vino en Francia, sin decir nada, y nadie hablaba de Cabernet Sauvignon, pero sí de terroir. Fue así como nos dimos cuenta que somos un vino de terruño, no de cepa. Somos más específicos que Maipo, que Maipo Andes, que Pirque, somos Los Silos. Nos dimos cuenta que lo que nos había dejado nuestro papá era algo muy fuerte, así que la idea de hacer solo un vino para cumplir su sueño y dejarlo en el olvido se acabó”.
Entonces, ¿qué es lo que hace tan especial este terruño? Luego de varias calicatas se descubrieron 12 tipos de suelos diferentes.
Al inicio los bolones de piedra están más cerca de la superficie, unos 50 centímetros, mientras que al oeste 1 metro. Los bolones se calientan más rápido, por eso el otro terreno es más frío porque le llega menos radiación solar a los bolones. Hace poco supimos que en el sector oeste pasa un río por debajo, lo que hace que el terreno sea muy frío”.
Arturo, de seguro, ya conocía el potencial de su terreno, por eso, tomó la decisión de dividir las hectáreas en siete partes. Además, plantó con una densidad no usual para la época, 4.000 plantas por hectárea; implementó el riego por goteo, que en los 2000 no era de uso común; e instaló un sistema de control de heladas.
☆ VINO
El sueño de Arturo consistía en que su vino fuese orgánico, pues tuviese la menor intervención y todo proviniera del mismo terroir, algo por lo que sus hijos están trabajando.
El vino no viene de la bodega, sino del terruño, el que tiene sus propias levaduras, las que son naturales. El agua del riego es del pozo que nuestro padre creó con el fin de que el terroir se alimentara con sus propios recursos”.
La idea es elaborar sólo un vino, un Cabernet Sauvignon 100%, pero la diferencia es que cada año los porcentajes de las diferentes parcelas van variando, pues cada hilera entrega jugos únicos. Por eso, lo sorprendente es que cada añada hace que el vino, de producción limitada, sea completamente diferente de un año a otro, características que lo han llevado a estar en pocos restaurantes de Francia, como el que ostenta dos estrellas Michelin y que se emplaza en la Torre Eiffel, en París, Le Jules Verne, donde una copa puede costar unas 55 euros.
2016. Un embustero. Así se podría definir este vino que te hace pensar que se puede tratar de un Pinot Noir, más que de un Cabernet Sauvignon. Y menos del Maipo. Si bien en nariz se percibe fruta fresca, como frutilla y cereza, con cierto toque de caramelo y toffee, en boca es ligero, con un tanino fino y jugoso.
Con este vino entendimos que teníamos algo distinto. Para mí los grandes vinos tienen gustos comunes y no se habla de cepas. La cepa no es lo más importante sino la calidad olfativa y gustativa del vino”.
2017. Sorprende con una nariz muy aromática y elegante, presentando varias capas, donde se percibe mucha fruta integrada de forma armónica con la madera, dejando para el final una parte floral, de violeta o lavanda, con ciertas notas de chocolate y menta. En boca se percibe aterciopelado, con taninos presentes pero dóciles, siendo bastante jugoso. Revela gran estructura y potencial de guarda.
2018. De un color rubí brillante, este vino presenta una nariz más clásica, con marcadas notas a frutilla, mora y cereza más un leve dejo cárnico de una madera que se deja sentir al final. En boca se percibe jugoso y con un cuerpo medio, que lo hace fácil de beber.
☆ ¿QUIERES DEGUSTARLO?: Marco viene dos veces al año, momento en el que abre este terroir al público. Un paseo por los viñedos, mientras se realizan diversas intervenciones musicales, y su correspondiente cata son parte de la experiencia. La próxima es este sábado 9 de noviembre. Como son instancias boutique hay que estar atentos a sus redes sociales. ☆ LO
IMG + TXT ©️ / Octubre 2024