Un viaje por la historia. Así se podría definir la celebración que llevó a cabo Viña Errázuriz para conmemorar los 150 años de su bodega en Panquehue, siendo una de las más antiguas de Chile, ya que fue fundada en 1870.
Este evento, que estaba pendiente del 2020 producto de la pandemia, estuvo combinado con el de otro hito: las cuatro décadas de su vino ícono, Don Maximiano Founder’s Reserve, en base a Cabernet Sauvignon y que ha buscado durante sus 40 años ser un reflejo de su terroir, el valle de Aconcagua.
“Don Maximiano Founder’s Reserve es el resultado de 150 años de aprendizaje constante, conociendo y estudiando esta tierra y reflejándolo en el mejor vino que podemos elaborar; un resumen de cuatro décadas de aprendizaje que reflejan la evolución, no solo de la Viña Errázuriz, sino de la industria chilena. Lo que tiene una importancia histórica única”, explicó Francisco Baettig, gerente de Enología.
Fue en el 2003 cuando dejó de ser 100% de esta cepa y se le integraron otras variedades bordelesas, algo que ya se había explorado en sus cosechas 1995, 1996 y 1998.
“La experiencia nos fue entregando el conocimiento sobre el mejor manejo de nuestras variedades y terroir, lo que resultó en una mejor expresión de nuestros vinos. Cuando la calidad de estas variedades cumple con el nivel esperado, puede participar de este ensamblaje, introduciendo pequeños porcentajes y aportando con sus propias características”, agregó Baettig.
Actualmente, se producen 20 mil botellas por año y el 80% de ellas se exportan a 40 países, como China, Suiza, Canadá, Corea del Sur, Uruguay, Alemania, Estados Unidos, Paraguay e Inglaterra. Por sus características, es apto para veganos.
Durante la celebración se impartió una clase magistral vertical de las cosechas 1983, 1990, 2008, 2011 y 2018, lo que fue un viaje no solo por la trayectoria de la viña, sino también de la industria chilena, dado que cada cosecha reflejaba el estilo y los recursos tecnológicos de su época.
1983
Se trata de un vino 100% Cabernet Sauvignon que tuvo de 5 a 7 meses de guarda en cubas de raulí, material que se ocupaba antes de la llegada de las barricas francesas, algo que ocurrió en esta década. Esta fue una de las temporadas más cálidas de Chile.
De color teja y nariz pronunciada en la que se percibe, producto del paso del tiempo, notas a guinda seca y pimienta, con un final levemente floral. También demuestra una madera bien integrada. En boca es consecuente y evidencia acidez y taninos elegantes, con un final largo, que regala algo de cuero y especias.
Según la nota de cata realizada en su minuto por el enólogo Klaus Schroeder, «la nariz es perfumada con notas a fruta roja fresca, un toque a menta y notas balsámicas. En boca es equilibrado y de un largo pero a la vez sutil final«.
Para Baettig esta es una de las cosechas claves porque marca el inicio, incluyendo la revolución enológica. Era la época en que Eduardo Chadwick, su actual propietario, se une a su padre Alfonso en Viña Errázuriz. “Muestran el potencial de guarda de una época en la cual no existía la guarda como la conocemos hoy, en barricas de roble francés, en esa época recién comenzaban a llegar las primeras. De hecho, son una referencia del estilo de la época, con vinos de bajo grado alcohólico. Además, era 100% Cabernet Sauvignon, lo que también ha ido evolucionando en el tiempo”, detalló.
1990
Su composición era en su totalidad Cabernet Sauvignon con una guarda de diez meses en barricas de roble francés, de las cuales el 40% eran nuevas. Las temperaturas al inicio de la temporada fueron cálidas y luego más frías de lo habitual, con precipitaciones muy cerca del promedio histórico.
Este es un vino que aún se mantiene vivo. De color teja, ladrillo, mientras que en nariz la fruta se combina con especias, algo de laurel y romero. En boca es envolvente, algo balsámico, con buen cuerpo, acidez marcada y taninos firmes. Se percibe, además, con un perfil dulce, algo de mentol, tabaco y sotobosque.
Según la nota de cata, en su minuto, del enólogo Ernesto Jiusán versaba que «en nariz se perciben notas a cuero, caja de habanos y frutos rojos maduros. En boca es un vino con rica acidez, tensión y frescor, junto con sabores a fruta dulce, roja y negra, además de un amplio final«.
Hay que tener presente que en esta época Chile recién recuperaba la democracia y comenzaba a abrirse al mundo en términos de nuevas tecnologías para la producción de vinos finos. En esos días, el foco era elaborar vinos de terroir y de calidad, con el objetivo de posicionar al país como una denominación de clase mundial y, por ende, era la entrada en los mercados internacionales para luego lograr posicionamiento y consolidación dentro del escenario vitivinícola mundial.
Los registros señalan que en esta época se hacían apenas tres mil cajas por año de este ícono.
2008
Acá ya se presentan otras cepas en su composición, pues posee un 84% de Cabernet Sauvignon, 8% de Carmenere, 5% de Syrah y 3% de Petit Verdot. Por las condiciones de la temporada, esta no fue la mejor vendimia ni la más fácil.
Su nariz es discreta y revela un toque de pimienta. En boca se percibe algo de dulzor y notas verdes, una acidez elegante y largo final. Muy jugoso, convirtiéndolo en un vino gastronómico que necesita de un maridaje potente.
La nota de cata del director enológico hacía referencia a su «color rojo con brillos rubí. Aroma a fruta roja, grosella roja, tabaco, avellanas y algunos tonos balsámicos. De taninos muy finos y firmes además de chocolate amargo y sabores a especias dulces. Su excelente acidez provee una sensación juvenil y fresca, con moderada potencia y a la vez desplegando su estructura larga y de grano fino».
A principios de esta década, el origen se transforma en la clave de la producción, convirtiendo a Chile en uno de los mayores exportadores de vino del mundo. En esos años, Viña Errázuriz fue pionera en cultivar variedades de uvas en el área costera del valle de Aconcagua, ya que hasta ese entonces nunca se había realizado viticultura en esta zona de clima fresco con suelos de piedra metamórfica del tipo pizarra.
El 2004 comienza un hito para la industria vitivinícola chilena, el cual posiciona al vino chileno a nivel internacional: la Cata de Berlín. Eduardo Chadwick, actual propietario de la viña, fue el organizador. Viña Errázuriz se ubicó entre los tres primeros lugares en 15 de los eventos.
2011
Es un vino con 75% de Cabernet Sauvignon, 10% de Carmenere, 10% de Petit Verdot y 5% de Malbec. Tuvo una guarda de 22 meses en barricas de roble francés, el 85% de primer uso. Fue una gran vendimia, acercándose a las condiciones de perfecta del 2018.
Con ribetes guinda y nariz discreta, en la que se percibe fruta roja fresca y negra, un dejo floral y un final delicado a cuero, que revela una madera bien integrada. En boca es aterciopelado, muy tenso, jugoso y de final largo, con un espíritu dulce y fresco.
«De intenso color rojizo violeta. Aroma a frutos rojos junto con notas a cassis, ciruelas e higos, además de un toque de castañas tostadas. Gran profundidad en boca, con taninos de grano fino. Se perciben notas de cacao, café, toques de grafito y trufas. Su acidez otorga una sensación de jugosidad que luego se transforma en un final largo de excelente persistencia«, describió en su momento Baettig.
En 2010, la viña inaugura la Bodega Ícono Don Maximiano para producir vinos finos. Arquitectura contemporánea, forma circular y energía geotérmica fueron parte del diseño sustentable proyectado por Samuel Claro, mientras que el paisajismo estuvo a cargo de Juan Grimm, uno de los más connotados en el país y a nivel internacional en su área, quien desarrolló una gran explanada con siete espejos de aguas y diagonales de plantas que simulan el trazado de las parras de forma abstracta.
En tanto, en 2012 nació Aconcagua Costa como una nueva denominación de origen chilena y zona vitícola en el país.
En esa época, este vino ícono obtenía por dos años consecutivos el primer lugar en el concurso Annual Wines of Chile Awards, importante competencia en el país por la representatividad tanto de vinos chilenos como de sus variedades, ya que participan más de 600 vinos, todos evaluados por un panel de expertos internacionales.
2018
Su composición consta de 75% Cabernet Sauvignon, 15% Malbec, 7% Carmenere, 5% Petit Verdot y 3% Cabernet Franc. Tuvo 22 meses en barricas de roble francés, 65% nuevas. Esta cosecha es considerada una vendimia perfecta. “Las condiciones excepcionales de la temporada permitieron la mejor expresión de las vides, lo que dio como resultado un equilibrio perfecto entre potencia y elegancia, entregando vinos con profundidad e intensidad de sabores y frescura”, especificó el enólogo jefe, Tomás Muñoz.
De nariz muy expresiva, en la que la fruta negra toma protagonismo y se complementa bien con una madera bien integrada, que revela especias, como pimienta, y un dejo ahumado y de cuero. También un leve final floral y confitado. En boca es consecuente con su nariz, evidenciando unos taninos redondos, finos y con una acidez controlada y delicada.
«De color rojo rubí con destellos violetas. Aromas a frutos rojos que recuerdan las cerezas, grosellas y licor de cassis. Enmarcados por suaves notas a tartas, frutos secos y café tostado. Una refrescante acidez seguida de notas especiadas que recuerdan el eneldo y romero. Este vino muestra taninos de extraordinaria textura, gran cuerpo y un excelente paso en boca«, escribió Baettig en su nota de cata.
A nivel internacional obtuvo 96 puntos por James Suckling, 94 por Robert Parker’s Wine Advocate y 97 por Tim Atkin, quien detalló que «en gran medida, es un reflejo de la larga temporada de cultivo y de la excelencia general de la cosecha 2018 (…) Fresco, matizado y estratificado, tiene una madera tentadora, hábilmente integrada (71% nueva), taninos de filigrana, sabores de grosella negra y cereza negra, y un núcleo sustancial de acidez natural. Una verdadera ‘ganga’ en los círculos elevados del vino chileno, este impresionante tinto aumentará su peso y se volverá más complejo con los años«.
Durante esta década se retoma la búsqueda por cosechas más tempranas, intentando recuperar la frescura de las décadas de los ‘80 y ‘90. Esto se vio reflejado en la disminución de la graduación alcohólica, llegando a los niveles actuales, cercanos al 13,5%. Esto mejora el color, potencia los aromas a fruta fresca, otorga una sensación en boca más vibrante y jugosa, además de aumentar su capacidad de guarda.
Otro dato es la madera. Marca un antes y después en esta línea de tiempo que Don Maximiano Founder’s Reserve permite construir. Hace 10 años, el uso de madera nueva era cercana al 100%, mientras que hoy la viña ha atenuado este porcentaje para alcanzar un mejor balance.
En el caso que desee disfrutar de este vino ícono, debe tener presente que su guarda óptima es a una temperatura constante, entre 12° y 14°, y al servirlo se sugiere que esté entre 18° y 20°. Además, se recomienda decantar entre 30 a 60 minutos antes de degustarlo, o bien, filtrar por medio de un filtro metálico especial para este uso.
¿Dónde comprar estas cosechas históricas? En el e-commerce de la familia Chadwick, propietarios de Viña Errázuriz, en www.micavaexperta.cl, y en tiendas especializadas hasta agotar stock. O, mejor aún, se puede visitar la viña Errázuriz en Panquehue, lo que se puede coordinar a través del mail cellardoor@errazuriz.cl o en la página web errazuriz.com. ☆ LO.
IMG + TXT ©️ / Diciembre 2022