☆ Nota que es parte de una colaboración mensual para el newsletter del Mapa de Barmaids & Afines.
Mariane Schwaderer saltó al mundo del vino para vestir las botellas que producía su hermana enóloga, Constanza. Era el 2015 y comenzaba un nuevo camino en el área comercial de la empresa que construiría junto a ella: Schwaderer Wines. De vinos sabía poco y se tuvo que tirar de cabeza.
Hoy ya es una de las referentes si de vinos boutique se trata y acá nos revela cuál es su perspectiva de género, la dificultades que aún quedan por superar, pero, también, en lo que como país Chile ha crecido.
– Desde tu posición en el rubro, ¿cómo evalúas el tema de género en Chile tanto desde el gremio como desde el consumidor?
La parte que yo tengo en la empresa es post bodega, es decir, vestir la botella, dar la imagen y vender el vino al mundo, las tiendas, de boca en boca, en las ferias, mientras que Cony está bodega, y me imagino que ella tiene una visión completamente distinta al ser una mujer enóloga rodeada de muchos hombres. Entonces, quiero aclarar que mi visión no es la de ambas porque tenemos gente distinta que nos rodea en la pega.
En los stand cada vez se ve menos la promotora y al comercial de una empresa gigante con traje y corbata. Ha habido una evolución, porque todo el mundo ha cambiado mucho, ya sea consumidor y productor. Se dieron cuenta que ya no vende, como sí lo hacía antes, la promotora y la corbata y traje, y lo digo así porque en los ’80 — ’90 que el hombre comercial de la empresa estuviera detrás del stand daba mucha seguridad. Ahora, como ha cambiado el mercado internacionalmente, se tuvo que mutar rápidamente a ‘seamos nosotros mismos, parece que vende ser una persona normal’. Pero también hay ferias más grandes, B2B, como Prowine en Alemania o alguna en Brasil, a donde me toca ir mucho, que no es tan así y se siente rápidamente el salto porque llega alguien y te dice ‘amorosa, me llamas al jefe’. Y es wow.

– En ese caso, ¿es el consumidor el que está más adelantado en otros países?
Con el consumidor, el que toma vino cada cierto tiempo, no he notado una diferencia de género y no me lo ha hecho sentir para nada, pues quiere a alguien normal vendiéndole el vino, pero las empresas más grandes, las distribuidoras o el supermercado, son los que están atrasados. No digo que sean malas personas, pero sí creo que hay una visión más atrasada porque todavía hay hombres más adultos viendo el tema y siguen esperando al comercial detrás. Como las ventas están bajas ahora se ven muchas empresas más grandes en estas ferias chicas, nacionales e internacionales, y llegan con un stand con el comercial de corbata y traje, y la promotora y se ven totalmente fuera de lugar. Ahí te das cuenta que esas empresas nunca han ido a estas ferias chicas y no tienen ese contacto de cliente a cliente. Entonces, siguen pensando que estamos en los ’90 y tienen que llevar a este tipo de personas. No siempre se trata de machismo consciente, a veces es ignorancia, de hacer lo que venías haciendo siempre, lo que te enseñaron, lo que aprendiste, seguir las reglas del juego sin saber que cambiaron. No saben que ese cambio, además de ser muy bueno para todos como personas, también lo es comercialmente y que deberían adoptarlo, pero les cuesta más porque han trabajado de la misma manera durante muchos años.
Antes en estas ferias grandes se veían muchos hombres, ya sea al mando, tomando decisiones, haciendo negocios, mientras que las mujeres eran las promotoras. Ahora es como si se hubiese adelantado el tiempo. Creo que nunca he recibido un comentario como ‘oh, tú eres dueña de una empresa y cómo lo haces ¿Qué pasa con los niños?’. Por lo menos, yo me salté esa discriminación o esas preguntas sexistas. Y lo agradezco mucho porque no tengo una personalidad para aguantarlo. Estoy segura que en eso la Cony tiene versiones completamente distintas. Cuando yo asumí la sociedad con ella, en el 2015, me dijo ‘estoy feliz que tú hagas esta parte y yo haga esta otra’. Como que estaba cansada y agotada de responder, probablemente, ese tipo de preguntas.
– En relación a esto, ¿qué es lo más fuerte que te ha tocado vivir?
En una feria grande en Brasil, en el sur, donde es más conservador, me dijeron constantemente que fuera, por favor, a buscar al dueño porque necesitaban hablar cosas serias, o que me habían visto mucho en el stand que llamara al comercial. Ese asumir me chocó, no me sorprendió porque como mujer estamos acostumbradas a que nos digan algo así muchas veces en la vida y en distintos ámbitos, pero yo no lo había vivido tan desagradablemente en el vino. Me molestó mucho que asumieran que una mujer no pudiera ser parte de la toma de decisiones de una empresa, encontré que ya no estamos para eso.
– ¿Cuál era la relación de las personas cuando le hacías notar que tú eras unas de las dueñas de la empresa?
Varias se sintieron como avergonzadas instantáneamente y otras siguieron adelante, quizás, con la idea de ‘si no hay un hombre se va a poner a llorar o va a ser todo muy sentimental’. No sé qué se habrán imaginado porque ni siquiera quisieron intentar hacer una conversación previa a un negocio.

– El lado bueno es que puede haber sido un buen filtro, porque de hacer negocios esa es una persona con la que vas a tener que lidiar después constantemente…
Con la Cony tenemos un par de reglas en cuanto a la empresa. Una es que vamos a hacer solo vinos que a nosotras nos gusta tomar, no por medallas, ni porque la cepa está de moda, porque por un lado a Cony se le hace más fácil elaborarlos y a mí venderlos. Y tenemos la suerte de poder hacerlo. Dos, que la gente con la que trabajamos sea agradable. A las dos nos gusta viajar y lo hacemos lo que más podemos para mantener una relación profesional y cercana con nuestros distribuidores. En el caso de Brasil, viajamos todos los años y conversamos con nuestros distribuidores para tener una relación de tú a tú. Asimismo, ahora lo queremos hacer con Canadá, etc, porque uno no puede esperar hacer un vino rico, vestirlo bonito, entregarlo y que simplemente se venda; hay que hacer una relación con el distribuidor y las tiendas para que te conozcan, sepan quién eres y por qué hiciste ese vino. Entonces, trabajar con una persona que te mira en menos no es alguien con el que deseemos trabajar.
– ¿Cuál crees que es el gran cambio que faltaría accionar para poder comenzar a avanzar más en este tema?
Creo que las empresas grandes tienen una responsabilidad considerable. Hoy, al 2024, cuando van a una feria y llevan a la promotora y al comercial, uno se da cuenta que hay algo que no han entendido. Tienen que actualizarse porque la gente lo que busca ahora es tener una conversación con la persona que está detrás del stand y no que te digan un blabla de catálogo y una chica muy bonita te sirva el vino.
He hablado con varias promotoras, en distintas ferias, y me han dicho que se sienten súper incómodas porque ni siquiera le dan un speech de los vinos, y no saben de vinos y tampoco tienen por qué saber, y el cliente le pide más información que ellas no tienen y se sienten súper mal. Las he ayudado a abrir botellas porque no saben, etc. Entonces, lo importante es que le hagan una pequeña capacitación porque la gente está esperando un poco más y ellas se sienten avergonzadas que las pongan en un lugar que las hace verse tontas y eso es injusto para ellas. Y es ahí donde las viñas grandes tienen una responsabilidad porque son las que, finalmente, la gente más conoce, y eso va a seguir siendo así porque hacen mucho más vino, son más masivas y están en distintas partes del mundo. Son un poco la cara del vino. Y eso nos va a servir a todos, desde las empresas chicas hasta las mujeres. Estamos todos en un mismo saco, hombres y mujeres, porque todos queremos que nos vaya bien, tener más tiempo libre para nuestras familias y amigos.
Somos iguales de inteligente, importantes, somos perseverantes, apasionadas por esta pega y muchas otras más. Tampoco se trata de: pongan ahora a la comercial mujer porque está de moda. Modernicense, eso es todo.
– Más allá de ver que a la promotora se la coloca en una desventaja de conocimiento en un ámbito que no es el de ella, ¿has visto en estas ferias algún tipo de acoso, considerando que también hay más alcohol de por medio?
Sí, absolutamente. Conversamos mucho con las chicas y también las he ayudado. Hay ferias que son super largas y a la gente se le empieza a pasar las copas, eso sí, muchos menos que antes. Me acuerdo que antes personas se caían encima del stand, rodaban botellas, a los hombres se les pasaban las copas y empezaban a decir tonteras, ahora ya no. Sí hay productores y clientes más dinosaurios que cuando se les sube el alcohol se ponen más patudos con las chiquillas, pero también he visto que hay más apoyo de hombres y mujeres que paran la situación, que lo encuentran súper desubicado.
– Lo ideal sería que estas niñas fueran a estas instancias con una capacitación de servicio y del vino más con una política de género en el caso de enfrentar diversas circunstancias…
Claro. No tengo ningún estudio que avale mi pensamiento, pero lo que veo del stand para el lado es que hay ignorancia y, quizás, algunos simplemente piensan ‘es lo clásico de su pega’. Ahora, como lo de la promotora está en extinción son muy pocas las chiquillas que están en esa situación, entonces, cuando llegan la atención se va a ellas y no es una atención positiva. La misma ecuación que antes funcionaba, que las chicas tenían la botella en la mano y la gente se acercaba, ya no. Sí creo que las empresas grandes tienen la responsabilidad de estudiar y decir: ‘tenemos plata y equipo, hagamos un investigación, si vamos a estar en estas ferias hagámoslo bien y actualicémonos porque esto es incómodo para todos’.

– En términos generales, ¿cuáles consideras que son, actualmente, los tres principales problemas de la industria de los alimentos y bebidas?
Enfocarse en el cliente que más compra, es decir, en cierto grupo etario y con cierta cantidad de dinero. Creo que no hay que achicarse tanto mentalmente y pensar solo en la venta, que, obviamente, nos importa porque es lo que nos urge, pero creo que hay que ser más amplio y ver las posibles personas que no se les ha dado la oportunidad. Hay muchas que están interesadas en que no las traten mal y que les enseñen como personas normales a tomar vino. Hay que abrirse de mente con respecto a la gente que quiere o puede querer tomar vino, y considerar también a la que se dejó atrás y nunca aprendió. Tampoco humillar a las personas, y esa es una palabra fuerte, pero muchos me han dicho en ferias que se han sentido humillados cuando entran a una tienda especializada porque no entienden y no los hacen sentir muy bien.
Empezar con la pregunta ‘¿qué D.O. está buscando?’ puede ser muy fuerte, entonces se van. Creo que también pecamos de eso, por eso, pienso que una de las cosas que debemos hacer es hablar distinto, cambiar el vocabulario del vino. No tiene que ser ordinario, para nada, pero sí de tú a tú. Es un punto importante para todos: grandes empresas, productores, para vender dentro y fuera de Chile. Ahí tenemos que hacer pasos agigantados. Tú con tus catas y muchos otros estamos haciendo una pega súper bonita de volver a hablar del vino, hacer maridajes comunes y no con insumos rebuscados. Sí es un arte, es pasión, todo lo que quieras, pero también es un fermentado de uva. Creo que tenemos que cambiar a quiénes le hablamos y cómo le hablamos.
Lo otro es decirle a la gente que para ser sommelier uno no necesita una nariz privilegiada, ni un estudio en una gran universidad en el extranjero, sino educar al cerebro. Todos tenemos suficiente estrés, hemos pasado una pandemia, entonces, queremos estar más felices y no estresarnos por tomar un vino. También es importante generar una conciencia de la salud del vino, que hay que hidratarse y tomarlo con responsabilidad. A mi me da lata cuando voy a algún lado y me dicen ‘¿quiere este ceviche con Coca- Cola?’ Yo: no, prefiero una copa de Sauvignon Blanc; y te miran con una cara de ‘cómo, pero si es miércoles’. Quizás creen que me voy a tomar la botella entera y después me voy a ir manejando a trabajar. Por un lado me da lata esa culpabilidad chilena, pero por otro lado es solamente ignorancia.
Con respecto al género, primero, el alcohol. Para muchos que a una mujer le toquen el poto y se moleste sigue siendo vista como una histérica o poco profesional, porque está embarrando a toda la empresa al reclamar por algo. El alcohol exacerba eso en gente muy ignorante. Saquémonos la idea de que el cliente siempre tiene la razón. Si yo como comercial estoy vendiendo mi vino no tengo porqué aguantar tonterías, o sea, si a mi me tocan el poto mientras estoy exponiendo mi vino lo voy a parar, no solo porque estoy en una empresa de muchas mujeres, sino porque estoy en contra de eso y quiero transmitir lo que pienso con mi actitud para que la gente que trabaja en el medio se sienta segura y para que después mi sobrina no tenga que pasar por lo mismo.
Todavía se ve un poco eso de ‘no hagas escándalo porque estás trabajando para una empresa’. Creo que ahí el apoyo de la empresa tiene que ser mucho mayor y tiene que hacer sentir a sus empleadas más seguras, con una gran espalda atrás para decir ‘todos nosotros estamos en contra de esto’. Yo tengo un poco la suerte de ser socia en la empresa con mi hermana y puedo decir ‘usted se me para y se me va’ porque tengo mi propia espalda para respaldarme, pero muchas mujeres no.
– ¿Y te han pasado alguna de todas esas cosas incómodas que mencionas?
Sí, todo el rato. También me da rabia porque muchas veces he tolerado cosas que son impresentables: preguntas súper íntimas e incómodas, o el roce más allá, o que se pongan en el stand, o que se pongan más patudos. Muchas veces he caído en el plan de ‘es que estoy vendiendo y no puedo dejar mal a la empresa’ porque uno se empieza a desesperar porque necesitamos ventas y no quieres ser la cara conflictiva y que no te compren vino por eso. Y esto sabiendo que mi hermana me va a apoyar 100%, pero a veces aún así lo siento. Entonces, pienso, que para alguien que está empleado en una empresa es mucho más difícil. Por eso, deben haber charlas, capacitaciones y conocer al equipo con el que trabajas, saber que la persona que está trabajando contigo te va a apoyar y eso solo se puede saber si se conversa. Falta mucho de eso, ya sea porque se necesita tiempo, recursos y porque tiene que haber gente que quiera hacerlo. Veo que hay mucha visión de: ‘ya hay que hacer esto por las feministas o por las mujeres’ y no entienden que es importante como empresa. Una empresa afiatada vende mucho más que una que tiene miedos y no se conocen entre ellos. Muchas veces en la vida si algo te incomoda es porque no está bien, por eso, esa misma capacitación tiene que ser para quienes tienen esas actitudes y también para nosotras, para saber cómo responder apropiada y profesionalmente ante un cliente, jefe, colega, etc. Empresa grande o chica nos tienen que dar las herramientas a hombres y mujeres, a todos.
– ¿Cuáles son los tres aspectos en que más se ha avanzado en los últimos 5 años?
Desde hace muchos años que las mujeres están en cargos altos, medios y bajos de empresas de vinos y se están viendo más en ferias y revistas. Si bien, puede ser porque ahora es como más popular o muy positivo para las empresas mostrar a mujeres en altos cargos, porque lamentablemente hay una base un poco así, pero es una base que va a pavimentar visualización para muchas. Creo que las mujeres están más abiertas a hablar de sus problemas en empresas, ya sea malas prácticas con compañeros o cosas del día a día, es decir, se está más normalizado la mujer en el trabajo desde lo más básico, y eso es increíble. Me encanta ver a mujeres en stand de vinos, todas profesionales y secas.
El público es mucho más respetuoso. Cada vez que voy a una feria ya no me preocupo en ‘qué me voy a poner’ sino ‘qué me gustaría ponerme’. Ya no es tema pensar en cómo se va a ver para afuera, qué tan profesional voy a parecer o si cada vez que descorcho una botella se me va a ver el escote. Si antes era una preocupación, ya no lo es. Sentirse cómoda y sacarse de encima un tema tan básico, que los hombres nunca han vivido, como el qué te vas a poner en cuatro días de feria cambia en cómo vas a vender tu producto. Además, se siente ese apoyo de la empresa, porque si te están pidiendo que te pongas una mini y tacos, y tienes que estar desde las 8 de la mañana a las 7 de la tarde, yo lo único que voy a sentir, además de un dolor inmenso, es que mi empresa no tiene idea de lo que estoy haciendo y no me está apoyando ¿Realmente quieren que venda o se me vean las piernas más bonitas?
– ¿Cómo podrías contribuir tú?
Hablar de esto, conversar los problemas, no de forma agresiva. Por ejemplo, decirle a tus colegas del stand del lado: ‘antes tenía que venir a esto con tacos’ o ‘oh qué heavy que antes me preocupaba del tema del escote’. También comunicarles cómo ha sido el trayecto porque nosotras hemos sufrido eso y los hombres no y, por lo mismo, no tienen idea, y cuando les explicas el tema lo notan y, algunas veces, se hacen cargo. Después de eso tienen más ojo, te ayudan y son más solidarios. Creo que entre más lo hablemos y lo hagamos normal, más nos vamos a atrever nosotras a decir no a muchas cosas y, por otro lado, nos van a entender más personas que no tienen idea que esto está pasando.
– ¿Cuál sería el llamado o mensaje que te gustaría transmitir para revertir esto?
Por un lado, abramos el mundo, que el vino no es el néctar de los dioses, que sí se disfruta y que si le quieres poner melón o que si te lo quieres tomar solo en tu casa viendo Netflix, o con familia, está todo bien. Abrirse a explicar sobre el vino a todo el mundo, viejos y jóvenes mayores de edad.
Conversar sobre los problemas que tenemos, entre mujeres y con hombres. Creo que es importante que abramos el tema de las incomodidades, no en un ambiente de pelea, sino de tú a tú, sin miedo de que vas a quedar como conflictiva porque si estamos todas abiertas a hablar esto va a ser más cotidiano. ☆ LO
☆ Suscríbite al newsletter del Mapita acá.
IMG + TXT ©️ / Entrevista realizada en febrero 2024 para newsletter Mapa de Barmaids.